miércoles, enero 04, 2012

EL SILENCIO: UN PUENTE HACIA NUESTRO INTERIOR

 En mis últimas publicaciones he estado hablando sobre la importancia de la comunicación, porque definitivamente vivimos en el lenguaje y nos construimos a través de él. El lenguaje crea realidades, así que tenemos que saber que éste es un recurso que vale la pena pulir para ser puesto al servicio de nuestra vida. Cuando tú logras hacer esa conexión con los demás tu vida fluye de una mejor manera.

 Así como las palabras tienen poder, a través de ellas te comunicas con otros y otros se comunican contigo, existe un recurso que te permite dar paso a la comunicación con tu ser interior: EL SILENCIO, que es además el puente que te conduce a conectarte con la divinidad, con la fuente de la que todo procede.

Si es difícil aprender a comunicarse bien y muchas veces somos torpes en el uso de las palabras, nosotros -los de las culturas occidentales- tenemos muchas dificultades para estar en silencio.Vivimos en una sociedad orientada hacia fuera, con muchos estímulos externos y con una invitación permanente a la actividad, a la conversación. De modo tal que las personas hasta le temen al silencio y en él se sienten extraños. Por ejemplo: hay mucha gente de la ciudad que no soporta ir al campo o la montaña por largo tiempo. Les asusta encontrarse en un lugar en el sólo se escucha la naturaleza, donde se puede sentir el viento u oír los pajarillos o los insectos. Pueden soportarlo por una o dos horas, pero no por un fin de semana completo y ni qué hablar de una vida entera en ese lugar sin televisión, internet, celular, etc. Hay personas que pueden estar lejos, pero conectadas y esto es algo interesante de mirar por todo lo que significa.

Muchos le tienen tanto miedo al silencio, por estar tan poco acostumbrados a él, cuando llegan a su casa, encienden la TV o la radio -aunque no le pongan atención-, hacen una llamada, es decir, procuran poner sonidos para crear la sensación de que no están solos. Son tantos los que, cuando van manejando, utilizan distractores porque no saben qué hacer en el silencio. Generalmente éste es interpretado como sinónimo de aburrimiento. Es que no nos han enseñado su valor.

El silencio es poderoso en la misma medida en la que aprendas a permanecer en él y acallar tus diálogos internos, porque aún estando con la boca cerrada, podrías estar escuchando toda la cháchara mental -recuerdos, conversaciones, repetición de hechos- no es de este tipo de silencio que hablo.

Cuando una persona logra acallar su mente, o su parte racional, y puede atender los diferentes sonidos de la naturaleza, o desde ese lugar puede escuchar lo que alguien le dice, va a encontrar una respuesta que sólo ahí está. ¿Por qué? Porque todo lo que pensamos, reflexionamos o analizamos surge de nuestra memoria, de lo que nos han dicho, de nuestros recuerdos o de la fuente y a esto último le llamamos inspiración. Cuando te llega una respuesta y puedes ver con otros ojos el panorama, es porque esa idea no está contaminada con tus miedos, recuerdos o antiguas ilusiones, sino que has permitido que te llegue la información que necesitas y se te ha iluminado tu ser, pudiendo ver más claro cuál es el próximo paso.

El silencio es la comunión con todo lo que es. Al menos a ése es al que hoy me refiero. Es un estado del ser en el cual logras aquietar tus pensamientos, tu voz externa e interna -callar y acallar-. Te serenas, te concentras y de alguna manera logras un vacío en tu mente. Esto es lo que muchos llaman poner la mente en blanco. Se puede estar en silencio aún en el ruido, creando un momento en el cual te desconectas de todo lo que está para conectarte con todo lo que es; de todo lo accesorio para dar paso a lo esencial. Es un terreno favorable para la manifestación de la unidad.

El silencio del que hablo es aquel en el que "vacías la copa" y te haces hueco. Sólo sientes, respiras y colocas tus sentidos a disposición de recibir. No es aquel en el que no hablas porque estás deprimido o en shock. Es un silencio productivo, un silencio que da la oportunidad de crear. Es ahí donde se conciben las ideas. Un espacio para la renovación y una manera de limpiar tu mente de la crítica, de las ansiedades y de la auto-condenación.

 DIOS TE HABLA EN EL SILENCIO y por eso éste es vital para la conexión espiritual. Orar es hablarle a Dios, mientras que meditar es dejar que Dios te hable. Cuando meditas, procuras, tranquilizar tu mente para poder recibir información.Cada quien tiene que ir encontrando cosas que lo ayuden a construir este puente, pero puedo darles ciertas ideas:

Se puede lograr el verdadero silencio estando en contacto con la naturaleza, quizás con música de fondo para empezar, en tu balcón, apagando por un tiempo determinado, los celulares, los teléfonos, la TV y cualquier otro aparato que haga ruido. Prueba pasando una hora sin hablar, puedes hacer cosas en silencio, como por ejemplo, arreglar el closet, fregar, leer una o dos páginas de un libro y luego pensar sobre esto que acabas de leer.

Cuidar plantas, los quehaceres del hogar, sacar el perro a pasear, algunos deportes como el tennis, el ajedrez, el golf, el surf, caminar, correr o montar bicicleta son actividades que requieren concentración o conexión contigo y crean un vínculo con tu espíritu.

Otra propuesta es que te levantes muy temprano y en el balcón o frente a una ventana, esperes la llegada del amanecer. Observa cómo se va despertando la ciudad.


Recomiendo a todos los que leen este artículo, aprender a estar en ese silencio y enseñar a las nuevas generaciones lo valioso de esto. Un niño que dice que está aburrido es porque no ha aprendido lo rico de un momento sin estímulos externos. Es importante que aprendan a mantener esa conexión e instalar en ellos la idea de que el silencio les permite escuchar a Dios.

                                                   

MUCHA LUZ