EL SILENCIO: UN PUENTE HACIA NUESTRO INTERIOR
En mis últimas publicaciones he estado
hablando sobre la importancia de la
comunicación, porque definitivamente vivimos en el lenguaje y nos
construimos a través de él. El lenguaje crea realidades, así que tenemos
que saber que éste es un recurso que vale la pena pulir para ser puesto
al servicio de nuestra vida. Cuando tú logras hacer esa conexión con
los demás tu vida fluye de una mejor manera.
Así como las
palabras tienen poder, a través de ellas te comunicas con otros y otros
se comunican contigo, existe un recurso que te permite dar paso a la
comunicación con tu ser interior: EL SILENCIO, que es además el puente
que te conduce a conectarte con la divinidad, con la fuente de la que
todo procede.
Si es difícil aprender a comunicarse bien y muchas
veces somos torpes en el uso de las palabras, nosotros -los de las
culturas occidentales- tenemos muchas dificultades para estar en
silencio.Vivimos en una sociedad orientada hacia fuera, con
muchos estímulos externos y con una invitación permanente a la
actividad, a la conversación. De modo tal que las personas hasta le
temen al silencio y en él se sienten extraños. Por ejemplo: hay
mucha gente de la ciudad que no soporta ir al campo o la montaña por
largo tiempo. Les asusta encontrarse en un lugar en el sólo se escucha la
naturaleza, donde se puede sentir el viento u oír los pajarillos o los
insectos. Pueden soportarlo por una o dos horas, pero no por un fin de
semana completo y ni qué hablar de una vida entera en ese lugar sin
televisión, internet, celular, etc. Hay personas que pueden estar lejos,
pero conectadas y esto es algo interesante de mirar por todo lo que
significa.
Muchos le tienen tanto miedo al silencio, por
estar tan poco acostumbrados a él, cuando llegan a su casa,
encienden la TV o la radio -aunque no le pongan atención-, hacen una
llamada, es decir, procuran poner sonidos para crear la sensación de que
no están solos. Son tantos los que, cuando van manejando, utilizan
distractores porque no saben qué hacer en el silencio. Generalmente éste es interpretado como sinónimo de aburrimiento. Es que no nos
han enseñado su valor.
El silencio es poderoso en la misma
medida en la que aprendas a permanecer en él y acallar tus diálogos
internos, porque aún estando con la boca cerrada, podrías
estar escuchando toda la cháchara mental -recuerdos, conversaciones,
repetición de hechos- no es de este tipo de silencio que hablo.
Cuando una persona logra acallar su mente, o su parte racional, y puede
atender los diferentes sonidos de la naturaleza, o desde ese lugar puede
escuchar lo que alguien le dice, va a encontrar una respuesta que sólo
ahí está. ¿Por qué? Porque todo lo que pensamos, reflexionamos o
analizamos surge de nuestra memoria, de lo que nos han dicho, de
nuestros recuerdos o de la fuente y a esto último le llamamos
inspiración. Cuando te llega una respuesta y puedes ver con otros ojos
el panorama, es porque esa idea no está contaminada con tus miedos,
recuerdos o antiguas ilusiones, sino que has permitido que te llegue la
información que necesitas y se te ha iluminado tu ser, pudiendo ver más
claro cuál es el próximo paso.
El silencio es la comunión con todo lo que es.
Al menos a ése es al que hoy me refiero. Es un estado del
ser en el cual logras aquietar tus pensamientos, tu voz externa e
interna -callar y acallar-. Te serenas, te concentras y de alguna manera
logras un vacío en tu mente. Esto es lo que muchos llaman poner la
mente en blanco. Se puede estar en silencio aún en el ruido, creando un
momento en el cual te desconectas de todo lo que está para conectarte
con todo lo que es; de todo lo accesorio para dar paso a lo esencial. Es
un terreno favorable para la manifestación de la unidad.
El silencio
del que hablo es aquel en el que "vacías la copa" y te haces hueco.
Sólo sientes, respiras y colocas tus sentidos a disposición de recibir. No es aquel en el que no hablas porque estás deprimido o en shock. Es
un silencio productivo, un silencio que da la oportunidad de crear. Es
ahí donde se conciben las ideas. Un espacio para la renovación y una
manera de limpiar tu mente de la crítica, de las ansiedades y de la
auto-condenación.
DIOS TE HABLA EN EL SILENCIO y por eso éste
es vital para la conexión espiritual. Orar es hablarle a Dios, mientras
que meditar es dejar que Dios te hable. Cuando meditas, procuras,
tranquilizar tu mente para poder recibir información.Cada quien tiene
que ir encontrando cosas que lo ayuden a construir este puente, pero
puedo darles ciertas ideas:
Se puede lograr el verdadero
silencio estando en contacto con la naturaleza, quizás con música de
fondo para empezar, en tu balcón, apagando por un tiempo determinado,
los celulares, los teléfonos, la TV y cualquier otro aparato que haga
ruido. Prueba pasando una hora sin hablar, puedes hacer cosas en
silencio, como por ejemplo, arreglar el closet, fregar, leer una o dos
páginas de un libro y luego pensar sobre esto que acabas de leer.
Cuidar
plantas, los quehaceres del hogar, sacar el perro a pasear, algunos
deportes como el tennis, el ajedrez, el golf, el surf, caminar, correr o
montar bicicleta son actividades que requieren concentración o conexión
contigo y crean un vínculo con tu espíritu.
Otra propuesta es
que te levantes muy temprano y en el balcón o frente a una ventana,
esperes la llegada del amanecer. Observa cómo se va despertando la
ciudad.
Recomiendo a todos los que leen este artículo, aprender
a estar en ese silencio y enseñar a las nuevas generaciones lo valioso
de esto. Un niño que dice que está aburrido es porque no ha aprendido lo
rico de un momento sin estímulos externos. Es importante que aprendan a
mantener esa conexión e instalar en ellos la idea de que el silencio
les permite escuchar a Dios.
MUCHA LUZ